Normalmente acostumbramos a esperar que nuestros hijos demuestren una madurez mayor de la que corresponde a su nivel de edad y desarrollo. No nos gusta que actúen según su edad.
Para criar apropiadamente a nuestros hijos tenemos que tener un claro concepto de la naturaleza de la niñez, tenemos que saber cómo contemplan los niños su mundo y reconocer sus necesidades, objetivos y temores.
En los próximos capítulos trataremos algunas necesidades emocionales, razones ocultas de la conducta y cómo esto nos ayudará a conocer el mundo privado de los niños.
CONFIANZA Y PODER
El recién nacido es un ser de total dependencia, es incapaz de cuidarse por sí solo y depende de su entorno y su medio ambiente. Pero pronto averiguará que si llora sus padres acuden a él corriendo, éste es el primer éxito en el control del mundo que le rodea. Aprender a controlar su mundo es el primer objetivo de un niño, y este control es de dos clases: una positiva que satisface la necesidad de confianza, y un impulso negativo hacia el dominio del poder.
Los niños deben desarrollar un sentimiento de confianza para ser emocionalmente sanos, pero un impulso descontrolado hacia el poder puede convertir al pequeño en un tirano exigente.
Los pequeños a menudo buscan reafirmar su confianza en sí mismos imitando a sus progenitores. Por ejemplo: Carlos tiene tres años y recorre la casa tambaleándose sujetando una sandía que casi tiene la mitad del tamaño de él mismo, afirmando “fíjate que fuerte soy” a lo el padre responde “ten cuidado la vas a botar” ya que la preocupación se enfoca en la sandía, pero lo que Carlos está entendiendo es que él es un pequeño y débil. Una reacción correcta sería rápidamente tomar la sandía haciendo la siguiente afirmación “gracias hijo por tu ayuda”. En este caso ponemos a salvo la sandía y la confianza que en sí mismo necesita Carlos.
El deseo de confianza en nosotros mismos es una necesidad que Dios nos ha dado, una sensación de confianza es síntoma de madurez emocional.
La búsqueda de confianza y poder se convierten en dañinos cuando nos lleva a luchas y conflictos por tomar el control. Los niños piensan que deben de tomar el control del poder, para sentirse seguros. Y desafían cada una de las normas para alcanzar esa sensación de poder, y cuando cedemos ante tales desafíos, ellos se tornan inseguros y no les estamos haciendo ningún bien. Debemos entonces de no ceder ante tales retos de poder para no reforzar un comportamiento negativo que producirá problemas posteriores.
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