LAS DECEPCIONES.

1 Reyes 19:4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.


Todos en algún momento nos hemos sentido como el profeta Elías, decepcionados y en casos extremos hemos deseado morir. El matrimonio no es la excepción, es un mundo nuevo donde las decepciones existen.


Todo empieza desde el momento de planear la boda, la luna de miel, donde vamos a vivir, etc., la mayoría de las decepciones se inician cuando nuestras expectativas no se realizan. Las mujeres esperan y sueñan con que venga su príncipe azul al rescate ( … y vivieron felices para toda la vida), y los hombres, esperan también llenar otras expectativas…


Esperamos mucho de nuestro cónyuge, y lo más impresionante es pretender que sepa cuáles son esas expectativas aún sin compartírselas; inevitablemente estas con el tiempo se convertirán en demandas.


Pareciera que entramos al matrimonio consciente o inconscientemente demandando el derecho de ser felices. Cuidado!!! Este es un grave error, que más temprano que tarde provocará un sinfín de problemas, roses y conflictos. Realmente el propósito de casarnos debe ser hacer feliz a nuestra pareja, ya que la Biblia siempre nos marca este principio en nuestras relaciones para con los demás cuanto más debemos aplicarlo en nuestra relación matrimonial.


Romanos

12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

12:9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.


Como sería nuestro mundo si para todos, el compromiso principal fuera el de hacer realidad aquellos sueños y expectativas de nuestra pareja o de nuestro prójimo, Jesús también dijo:


Lucas 6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.


Podemos evitarlas? Definitivamente no, nuestra responsabilidad es como las manejamos y que tanto afectan nuestra relación. Lo mejor es compartir con nuestro cónyuge acerca de nuestras expectativas, de lo que esperamos sea nuestro matrimonio. Luego discútanlas, y analicen la mejor alternativa.


En estos casos el silencio es el enemigo número uno evítenlo a toda costa, ya que se convertirá en una bomba de tiempo que estallara tarde o temprano.


Por último comprométanse a despojarse de todo orgullo egocéntrico, con el cual exigimos más de lo que damos o aportamos a la construcción de nuestra relación matrimonial.


Es importante que hoy hablemos con nuestra pareja acerca de sus expectativas si tu lo estás leyendo es tu responsabilidad de parte de Dios el que tomes la iniciativa.

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