La oración es uno de los dones más misteriosos y maravillosos que Dios nos ha dado. Es nuestra línea vital de comunicación con el cielo, nuestra oportunidad para expresar directamente nuestras alabanzas y deseos al Creador del universo. Hay un poder en ese hecho que no se puede explicar cabalmente, sin embargo no se puede negar jamás: “La oración del justo es poderosa y eficaz” (Santiago 5:16)
Un joven Arquitecto, compartió la siguiente historia acerca de su hermano menor, Sam. Resulta que Samuel perdió si Biblia en los bosques del Norte mientras acampaba con sus padres. Otra familia cristiana alquiló la misma cabaña y encontró la biblia, pero no tenía nombre y dirección. En cambio encontraron esta leyenda en la primera página: “a nuestro hijo, con amor, papá y mamá”. La pareja estaba tan impactada por las notas que este joven había ido haciendo cuidadosamente en toda la biblia que se lo hicieron ver a sus hijos. Esa noche durante el momento devocional el padre oró por el joven dueño de la biblia y luego por su propia hija adolescente; pidiendo que Dios trajera alguna vez a su vida un hombre piadoso como el dueño de la biblia.
Pasaron los años y todos olvidaron el acontecimiento. Eventualmente la hija creció y se enamoró de un excelente joven que conoció en un campamento y se comprometieron. Un mes antes del casamiento, los padres de la joven se estaban mudando, y el novio vino a ayudarle. Mientras alzaba una caja de libros en el escritorio, vio una vieja biblia. Bajó la caja rápidamente y examinó la biblia, exclamando: “¿Dónde encontraron mi biblia?” ¡Nadie podía creerlo! Señalando la dedicatoria, dijo: “vean, me la dieron mis padres”.
¿Increíble? ¿Imposible? Humanamente, sí, pero con Dios ¡Nada es imposible!
Dios como omnisciente todo lo escruta, todo lo escudriña, todo lo sabe. Como soberano, su voluntad se ejecuta. Frente a estos atributos divinos, ¿Qué opciones tiene el hombre? Prácticamente ninguna, a no ser que Dios las posibilite. Si Dios lo sabe todo, ¿Por qué debemos pedirle? Si ha tomado decisiones de antemano, ¿Qué sentido tiene pedir sobre lo que Él ya ha decidido? ¿Acaso el hombre puede hacer que Dios revoque una decisión soberanamente tomada?
Si Dios conoce nuestras necesidades (Mt. 6:8; Lc 12:30), ¿Por qué debemos pedirle cuando el sencillamente puede cubrir nuestras necesidades? Antes de proceder a responder estas preguntas afirmemos la importancia que tiene la oración, a través de una nota extraída de Bruce Milne: “…la historia confirma claramente que una vida en la que la oración es un ejercicio regular y serio es una vida que conocerá mucho de la paz y el poder de Dios”.
Volviendo a la pregunta problematizadora, Wayne Grudem plantea la siguiente interrogante: ¿Por qué Dios quiere que oremos? La pregunta la resuelve desde tres perspectivas:
Pero Dios no sólo quiere que confiemos en Él. También quiere que le amemos y tengamos comunión con Él. Esto, entonces, es una segunda razón por la que Dios quiere que oremos: la oración nos lleva a una comunión más honda con Dios, y a Él le encanta y se deleita en nuestra comunión con Él.
De alguna manera, la oración y el acto de orar constituyen una paradoja. Dios puede cambiar una decisión que previamente había tomado, movido por la oración intercesora de sus hijos. Recordemos que Dios es un Ser de relación, esto lo afirma el Salmos 104:25-28.
Dios podría, simplemente, otorgarle al hombre todos los favores divinos diseñados para su beneficio sin que este acudiera a Él en oración. A Dios le agrada que le pidamos, porque con ese gesto estamos reconociéndolo como Dios proveedor y sustentador no solo de su creación sino del individuo en particular. El Salmo 104 constituye un poema a la providencia de Dios.
A. TENER COMUNION ININTERRUMPIDA CON DIOS (JUAN 15:4-8)
B. AMAR Y DARLE UNTRATO RESPETUOSO AL CONYUGE (1 PEDRO 3:1-7)
C. DELEITARSE EN DIOS (SALMOS 37:1-8)
D. TENER CORAZON SINCERO (HEBREOS 10:19-23)
Las anteriores demandas divinas tienen su razón de ser: la Biblia presenta a Dios como Dios Santo. Su santidad, entre otras cosas, alude a su perfección moral y espiritual.
Pasaron los años y todos olvidaron el acontecimiento. Eventualmente la hija creció y se enamoró de un excelente joven que conoció en un campamento y se comprometieron. Un mes antes del casamiento, los padres de la joven se estaban mudando, y el novio vino a ayudarle. Mientras alzaba una caja de libros en el escritorio, vio una vieja biblia. Bajó la caja rápidamente y examinó la biblia, exclamando: “¿Dónde encontraron mi biblia?” ¡Nadie podía creerlo! Señalando la dedicatoria, dijo: “vean, me la dieron mis padres”.
¿Increíble? ¿Imposible? Humanamente, sí, pero con Dios ¡Nada es imposible!
I. La paradoja de la oración.
La oración siempre será un evento paradójico. Es paradójico porque, por un lado, Dios es un ser omnisciente, soberano y poseedor de múltiples atributos, entre los cuales se encuentra la prognosis; por otro lado , el hombre es un ser dependiente y finito.Dios como omnisciente todo lo escruta, todo lo escudriña, todo lo sabe. Como soberano, su voluntad se ejecuta. Frente a estos atributos divinos, ¿Qué opciones tiene el hombre? Prácticamente ninguna, a no ser que Dios las posibilite. Si Dios lo sabe todo, ¿Por qué debemos pedirle? Si ha tomado decisiones de antemano, ¿Qué sentido tiene pedir sobre lo que Él ya ha decidido? ¿Acaso el hombre puede hacer que Dios revoque una decisión soberanamente tomada?
Si Dios conoce nuestras necesidades (Mt. 6:8; Lc 12:30), ¿Por qué debemos pedirle cuando el sencillamente puede cubrir nuestras necesidades? Antes de proceder a responder estas preguntas afirmemos la importancia que tiene la oración, a través de una nota extraída de Bruce Milne: “…la historia confirma claramente que una vida en la que la oración es un ejercicio regular y serio es una vida que conocerá mucho de la paz y el poder de Dios”.
Volviendo a la pregunta problematizadora, Wayne Grudem plantea la siguiente interrogante: ¿Por qué Dios quiere que oremos? La pregunta la resuelve desde tres perspectivas:
A. EXPRESION DE CONFIANZA.
La oración no esta hecha para que Dios pueda enterarse de lo que necesitamos… Dios quiere que oremos porque la oración expresa nuestra confianza en Dios y es un medio por el cual nuestra confianza en Él puede aumentar. De hecho, tal vez el énfasis primordial de la enseñanza de la biblia sobre la oración es que debemos orar con fe, lo que quiere decir confianza o dependencia en Dios. Dios como nuestro creador se deleita en que confiemos en Él como sus criaturas, porque una actitud de dependencia es la mas apropiada para las relaciones entre el creador y la criatura. Orar en humilde dependencia también indica que estamos genuinamente convencidos de la sabiduría, amor, bondad y poder de Dios, y ciertamente de todos los atributos que forman su excelente carácter.
B. FORTALECIMIENTO DE LA COMUNIÓN CON ÉL.
Pero Dios no sólo quiere que confiemos en Él. También quiere que le amemos y tengamos comunión con Él. Esto, entonces, es una segunda razón por la que Dios quiere que oremos: la oración nos lleva a una comunión más honda con Dios, y a Él le encanta y se deleita en nuestra comunión con Él.C. INTERVENCION EN LOS PLANES DE DIOS.
En la oración Dios nos permite, como criaturas, participar en actividades que son de importancia eterna. Cuando oramos, la obra del Reino avanza. De esta manera, la oración nos da la oportunidad de intervenir de una manera significativa en la obra del Reino, y asi dar expresión a nuestra grandeza como criaturas hechas a imagen de Dios.De alguna manera, la oración y el acto de orar constituyen una paradoja. Dios puede cambiar una decisión que previamente había tomado, movido por la oración intercesora de sus hijos. Recordemos que Dios es un Ser de relación, esto lo afirma el Salmos 104:25-28.
Dios podría, simplemente, otorgarle al hombre todos los favores divinos diseñados para su beneficio sin que este acudiera a Él en oración. A Dios le agrada que le pidamos, porque con ese gesto estamos reconociéndolo como Dios proveedor y sustentador no solo de su creación sino del individuo en particular. El Salmo 104 constituye un poema a la providencia de Dios.
II. CONDICIONES PARA LA ORACION.
A. TENER COMUNION ININTERRUMPIDA CON DIOS (JUAN 15:4-8)
B. AMAR Y DARLE UNTRATO RESPETUOSO AL CONYUGE (1 PEDRO 3:1-7)
C. DELEITARSE EN DIOS (SALMOS 37:1-8)
D. TENER CORAZON SINCERO (HEBREOS 10:19-23)
Las anteriores demandas divinas tienen su razón de ser: la Biblia presenta a Dios como Dios Santo. Su santidad, entre otras cosas, alude a su perfección moral y espiritual.
III. ORAR EN EL MATRIMONIO
La oración es para la familia lo que un techo es para la casa; protege a los que están adentro, de los enemigos y las adversidades de la vida. Aún cuando orar juntos como pareja para muchos es una experiencia desafiante e incomoda, experimentaremos mucha bendición al hacer de ésta una práctica en nuestro matrimonio. Mateo 18:19
Veamos algunos puntos que nos ayudarán a Orar juntos:
I. Comenzar ustedes solos. La oración en conjunto y la vida devocional de un matrimonio funcionan mejor cuando nacen naturalmente del tiempo personal que cada integrante de la pareja pasa con Dios.
II. Comenzar poco a poco. Comiencen con lo que saben. Oren por las comidas y agreguen al final una pequeña oración por alguna situación difícil que alguien está pasado; o antes de dormir den gracias Dios por ese día y oren por algún plan que tengan, por los hijos, por el país, o cualquier otras situaciones de la vida. Verán que a medida que practican, poco a poco les parecerá mas sencillo.
III. No criticar las oraciones del cónyuge. Es importante ser pacientes; si por ejemplo, alguno de los dos no accede a orar en voz alta. Determinen buscar la unidad durante el tiempo que pasen juntos en oración. Permitan que Dios produzca crecimiento en la vida de oración de su cónyuge.
IV. Orar con madurez y entendimiento. El tiempo de orar juntos, es un tiempo íntimo entre Dios, tu cónyuge y tú, en el cual la atención prestada a las inquietudes de oración del cónyuge proporcionará una mayor comprensión de su relación con Dios. Tengan cuidado de no caer en la tendencia a manipular o corregir. (“Señor por favor, ayúdale a dejar de gritar por todo. Tú sabes como me molesta eso”).
V. Usar los recursos disponibles. Los libros devocionales, panfletos o revistas cristianas también pueden ayudar a quitar la presión que puede traer un tiempo de oración estructurado.
Comprendan que el orar juntos no es una prueba en la que deban impresionar al cónyuge con su espiritualidad. Recuerden que después de todo DIOS ES QUIEN ESCUCHA.
La oración es para la familia lo que un techo es para la casa; protege a los que están adentro, de los enemigos y las adversidades de la vida. Aún cuando orar juntos como pareja para muchos es una experiencia desafiante e incomoda, experimentaremos mucha bendición al hacer de ésta una práctica en nuestro matrimonio. Mateo 18:19
Veamos algunos puntos que nos ayudarán a Orar juntos:
I. Comenzar ustedes solos. La oración en conjunto y la vida devocional de un matrimonio funcionan mejor cuando nacen naturalmente del tiempo personal que cada integrante de la pareja pasa con Dios.
II. Comenzar poco a poco. Comiencen con lo que saben. Oren por las comidas y agreguen al final una pequeña oración por alguna situación difícil que alguien está pasado; o antes de dormir den gracias Dios por ese día y oren por algún plan que tengan, por los hijos, por el país, o cualquier otras situaciones de la vida. Verán que a medida que practican, poco a poco les parecerá mas sencillo.
III. No criticar las oraciones del cónyuge. Es importante ser pacientes; si por ejemplo, alguno de los dos no accede a orar en voz alta. Determinen buscar la unidad durante el tiempo que pasen juntos en oración. Permitan que Dios produzca crecimiento en la vida de oración de su cónyuge.
IV. Orar con madurez y entendimiento. El tiempo de orar juntos, es un tiempo íntimo entre Dios, tu cónyuge y tú, en el cual la atención prestada a las inquietudes de oración del cónyuge proporcionará una mayor comprensión de su relación con Dios. Tengan cuidado de no caer en la tendencia a manipular o corregir. (“Señor por favor, ayúdale a dejar de gritar por todo. Tú sabes como me molesta eso”).
V. Usar los recursos disponibles. Los libros devocionales, panfletos o revistas cristianas también pueden ayudar a quitar la presión que puede traer un tiempo de oración estructurado.
Comprendan que el orar juntos no es una prueba en la que deban impresionar al cónyuge con su espiritualidad. Recuerden que después de todo DIOS ES QUIEN ESCUCHA.
IV. CONCLUSIÓN.
Dios quiere que le pidamos, pero en un ambiente de amistad, de obediencia, de alabanza, de adoración. Cuando el orante incluye en su oración: acción de gracias, alabanza, adoración, humillación, peticiones, derramamiento de su alma ante su Padre y Dios, entre otros elementos, esa se constituye en una profunda y poderosa oración.