Matrimonio Joven
Sirviendo como pareja.
¿No es increíble que uno nunca deje de tener oportunidades para servir? Y si estamos relacionados con una Iglesia, siempre habrá una necesidad que nos llame.
Sin embargo, puede ser un desafío equilibrar el servicio cristiano con nuestra relación. Aun los proyectos que valen la pena pueden privar a las parejas del tiempo que necesitan para estar solos.
Para lograr el matrimonio que Dios desea para nosotros, algo esencial que hará que los principios que hemos estudiado se junten y logren su cometido es: la intimidad espiritual.
A. INTIMIDAD ESPIRITUAL
Lo que impide que las parejas experimenten la verdadera y genuina intimidad espiritual es,
Para lograr el matrimonio que Dios desea para nosotros, algo esencial que hará que los principios que hemos estudiado se junten y logren su cometido es: la intimidad espiritual.
A. INTIMIDAD ESPIRITUAL
Lo que impide que las parejas experimenten la verdadera y genuina intimidad espiritual es,
Eviten la Crítica.
Saben qué? Cada uno de ustedes se quejará de su cónyuge de vez en cuando. Todos lo hacemos. Hay algo nuevo en eso? La queja es normal. Pero la queja puede ser expresada de tal manera que la esposa o esposo lo oiga, y no se ponga a la defensiva. Por ejemplo, en vez de enfocar la queja en lo que le molesta, hable de lo que le gustaría que el o ella hiciese.
Su cónyuge estará en mejor disposición de escuchar su queja y considerar seriamente su petición, si usted primero
La oración en nuestro Matrimonio
La oración es uno de los dones más misteriosos y maravillosos que Dios nos ha dado. Es nuestra línea vital de comunicación con el cielo, nuestra oportunidad para expresar directamente nuestras alabanzas y deseos al Creador del universo. Hay un poder en ese hecho que no se puede explicar cabalmente, sin embargo no se puede negar jamás: “La oración del justo es poderosa y eficaz” (Santiago 5:16)
Un joven Arquitecto, compartió la siguiente historia acerca de su hermano menor, Sam. Resulta que Samuel perdió si Biblia en los bosques del Norte mientras acampaba con sus padres. Otra familia cristiana alquiló la misma cabaña y encontró la biblia, pero no tenía nombre y dirección. En cambio encontraron esta leyenda en la primera página: “a nuestro hijo, con amor, papá y mamá”. La pareja estaba tan impactada por las notas que este joven había ido haciendo cuidadosamente en toda la biblia que se lo hicieron ver a sus hijos. Esa noche durante el momento devocional el padre oró por el joven dueño de la biblia y luego por su propia hija adolescente; pidiendo que Dios trajera alguna vez a su vida un hombre piadoso como el dueño de la biblia.
Pasaron los años y todos olvidaron el acontecimiento. Eventualmente la hija creció y se enamoró de un excelente joven que conoció en un campamento y se comprometieron. Un mes antes del casamiento, los padres de la joven se estaban mudando, y el novio vino a ayudarle. Mientras alzaba una caja de libros en el escritorio, vio una vieja biblia. Bajó la caja rápidamente y examinó la biblia, exclamando: “¿Dónde encontraron mi biblia?” ¡Nadie podía creerlo! Señalando la dedicatoria, dijo: “vean, me la dieron mis padres”.
¿Increíble? ¿Imposible? Humanamente, sí, pero con Dios ¡Nada es imposible!
Dios como omnisciente todo lo escruta, todo lo escudriña, todo lo sabe. Como soberano, su voluntad se ejecuta. Frente a estos atributos divinos, ¿Qué opciones tiene el hombre? Prácticamente ninguna, a no ser que Dios las posibilite. Si Dios lo sabe todo, ¿Por qué debemos pedirle? Si ha tomado decisiones de antemano, ¿Qué sentido tiene pedir sobre lo que Él ya ha decidido? ¿Acaso el hombre puede hacer que Dios revoque una decisión soberanamente tomada?
Si Dios conoce nuestras necesidades (Mt. 6:8; Lc 12:30), ¿Por qué debemos pedirle cuando el sencillamente puede cubrir nuestras necesidades? Antes de proceder a responder estas preguntas afirmemos la importancia que tiene la oración, a través de una nota extraída de Bruce Milne: “…la historia confirma claramente que una vida en la que la oración es un ejercicio regular y serio es una vida que conocerá mucho de la paz y el poder de Dios”.
Volviendo a la pregunta problematizadora, Wayne Grudem plantea la siguiente interrogante: ¿Por qué Dios quiere que oremos? La pregunta la resuelve desde tres perspectivas:
Pero Dios no sólo quiere que confiemos en Él. También quiere que le amemos y tengamos comunión con Él. Esto, entonces, es una segunda razón por la que Dios quiere que oremos: la oración nos lleva a una comunión más honda con Dios, y a Él le encanta y se deleita en nuestra comunión con Él.
De alguna manera, la oración y el acto de orar constituyen una paradoja. Dios puede cambiar una decisión que previamente había tomado, movido por la oración intercesora de sus hijos. Recordemos que Dios es un Ser de relación, esto lo afirma el Salmos 104:25-28.
Dios podría, simplemente, otorgarle al hombre todos los favores divinos diseñados para su beneficio sin que este acudiera a Él en oración. A Dios le agrada que le pidamos, porque con ese gesto estamos reconociéndolo como Dios proveedor y sustentador no solo de su creación sino del individuo en particular. El Salmo 104 constituye un poema a la providencia de Dios.
A. TENER COMUNION ININTERRUMPIDA CON DIOS (JUAN 15:4-8)
B. AMAR Y DARLE UNTRATO RESPETUOSO AL CONYUGE (1 PEDRO 3:1-7)
C. DELEITARSE EN DIOS (SALMOS 37:1-8)
D. TENER CORAZON SINCERO (HEBREOS 10:19-23)
Las anteriores demandas divinas tienen su razón de ser: la Biblia presenta a Dios como Dios Santo. Su santidad, entre otras cosas, alude a su perfección moral y espiritual.
Pasaron los años y todos olvidaron el acontecimiento. Eventualmente la hija creció y se enamoró de un excelente joven que conoció en un campamento y se comprometieron. Un mes antes del casamiento, los padres de la joven se estaban mudando, y el novio vino a ayudarle. Mientras alzaba una caja de libros en el escritorio, vio una vieja biblia. Bajó la caja rápidamente y examinó la biblia, exclamando: “¿Dónde encontraron mi biblia?” ¡Nadie podía creerlo! Señalando la dedicatoria, dijo: “vean, me la dieron mis padres”.
¿Increíble? ¿Imposible? Humanamente, sí, pero con Dios ¡Nada es imposible!
I. La paradoja de la oración.
La oración siempre será un evento paradójico. Es paradójico porque, por un lado, Dios es un ser omnisciente, soberano y poseedor de múltiples atributos, entre los cuales se encuentra la prognosis; por otro lado , el hombre es un ser dependiente y finito.Dios como omnisciente todo lo escruta, todo lo escudriña, todo lo sabe. Como soberano, su voluntad se ejecuta. Frente a estos atributos divinos, ¿Qué opciones tiene el hombre? Prácticamente ninguna, a no ser que Dios las posibilite. Si Dios lo sabe todo, ¿Por qué debemos pedirle? Si ha tomado decisiones de antemano, ¿Qué sentido tiene pedir sobre lo que Él ya ha decidido? ¿Acaso el hombre puede hacer que Dios revoque una decisión soberanamente tomada?
Si Dios conoce nuestras necesidades (Mt. 6:8; Lc 12:30), ¿Por qué debemos pedirle cuando el sencillamente puede cubrir nuestras necesidades? Antes de proceder a responder estas preguntas afirmemos la importancia que tiene la oración, a través de una nota extraída de Bruce Milne: “…la historia confirma claramente que una vida en la que la oración es un ejercicio regular y serio es una vida que conocerá mucho de la paz y el poder de Dios”.
Volviendo a la pregunta problematizadora, Wayne Grudem plantea la siguiente interrogante: ¿Por qué Dios quiere que oremos? La pregunta la resuelve desde tres perspectivas:
A. EXPRESION DE CONFIANZA.
La oración no esta hecha para que Dios pueda enterarse de lo que necesitamos… Dios quiere que oremos porque la oración expresa nuestra confianza en Dios y es un medio por el cual nuestra confianza en Él puede aumentar. De hecho, tal vez el énfasis primordial de la enseñanza de la biblia sobre la oración es que debemos orar con fe, lo que quiere decir confianza o dependencia en Dios. Dios como nuestro creador se deleita en que confiemos en Él como sus criaturas, porque una actitud de dependencia es la mas apropiada para las relaciones entre el creador y la criatura. Orar en humilde dependencia también indica que estamos genuinamente convencidos de la sabiduría, amor, bondad y poder de Dios, y ciertamente de todos los atributos que forman su excelente carácter.
B. FORTALECIMIENTO DE LA COMUNIÓN CON ÉL.
Pero Dios no sólo quiere que confiemos en Él. También quiere que le amemos y tengamos comunión con Él. Esto, entonces, es una segunda razón por la que Dios quiere que oremos: la oración nos lleva a una comunión más honda con Dios, y a Él le encanta y se deleita en nuestra comunión con Él.C. INTERVENCION EN LOS PLANES DE DIOS.
En la oración Dios nos permite, como criaturas, participar en actividades que son de importancia eterna. Cuando oramos, la obra del Reino avanza. De esta manera, la oración nos da la oportunidad de intervenir de una manera significativa en la obra del Reino, y asi dar expresión a nuestra grandeza como criaturas hechas a imagen de Dios.De alguna manera, la oración y el acto de orar constituyen una paradoja. Dios puede cambiar una decisión que previamente había tomado, movido por la oración intercesora de sus hijos. Recordemos que Dios es un Ser de relación, esto lo afirma el Salmos 104:25-28.
Dios podría, simplemente, otorgarle al hombre todos los favores divinos diseñados para su beneficio sin que este acudiera a Él en oración. A Dios le agrada que le pidamos, porque con ese gesto estamos reconociéndolo como Dios proveedor y sustentador no solo de su creación sino del individuo en particular. El Salmo 104 constituye un poema a la providencia de Dios.
II. CONDICIONES PARA LA ORACION.
A. TENER COMUNION ININTERRUMPIDA CON DIOS (JUAN 15:4-8)
B. AMAR Y DARLE UNTRATO RESPETUOSO AL CONYUGE (1 PEDRO 3:1-7)
C. DELEITARSE EN DIOS (SALMOS 37:1-8)
D. TENER CORAZON SINCERO (HEBREOS 10:19-23)
Las anteriores demandas divinas tienen su razón de ser: la Biblia presenta a Dios como Dios Santo. Su santidad, entre otras cosas, alude a su perfección moral y espiritual.
III. ORAR EN EL MATRIMONIO
La oración es para la familia lo que un techo es para la casa; protege a los que están adentro, de los enemigos y las adversidades de la vida. Aún cuando orar juntos como pareja para muchos es una experiencia desafiante e incomoda, experimentaremos mucha bendición al hacer de ésta una práctica en nuestro matrimonio. Mateo 18:19
Veamos algunos puntos que nos ayudarán a Orar juntos:
I. Comenzar ustedes solos. La oración en conjunto y la vida devocional de un matrimonio funcionan mejor cuando nacen naturalmente del tiempo personal que cada integrante de la pareja pasa con Dios.
II. Comenzar poco a poco. Comiencen con lo que saben. Oren por las comidas y agreguen al final una pequeña oración por alguna situación difícil que alguien está pasado; o antes de dormir den gracias Dios por ese día y oren por algún plan que tengan, por los hijos, por el país, o cualquier otras situaciones de la vida. Verán que a medida que practican, poco a poco les parecerá mas sencillo.
III. No criticar las oraciones del cónyuge. Es importante ser pacientes; si por ejemplo, alguno de los dos no accede a orar en voz alta. Determinen buscar la unidad durante el tiempo que pasen juntos en oración. Permitan que Dios produzca crecimiento en la vida de oración de su cónyuge.
IV. Orar con madurez y entendimiento. El tiempo de orar juntos, es un tiempo íntimo entre Dios, tu cónyuge y tú, en el cual la atención prestada a las inquietudes de oración del cónyuge proporcionará una mayor comprensión de su relación con Dios. Tengan cuidado de no caer en la tendencia a manipular o corregir. (“Señor por favor, ayúdale a dejar de gritar por todo. Tú sabes como me molesta eso”).
V. Usar los recursos disponibles. Los libros devocionales, panfletos o revistas cristianas también pueden ayudar a quitar la presión que puede traer un tiempo de oración estructurado.
Comprendan que el orar juntos no es una prueba en la que deban impresionar al cónyuge con su espiritualidad. Recuerden que después de todo DIOS ES QUIEN ESCUCHA.
La oración es para la familia lo que un techo es para la casa; protege a los que están adentro, de los enemigos y las adversidades de la vida. Aún cuando orar juntos como pareja para muchos es una experiencia desafiante e incomoda, experimentaremos mucha bendición al hacer de ésta una práctica en nuestro matrimonio. Mateo 18:19
Veamos algunos puntos que nos ayudarán a Orar juntos:
I. Comenzar ustedes solos. La oración en conjunto y la vida devocional de un matrimonio funcionan mejor cuando nacen naturalmente del tiempo personal que cada integrante de la pareja pasa con Dios.
II. Comenzar poco a poco. Comiencen con lo que saben. Oren por las comidas y agreguen al final una pequeña oración por alguna situación difícil que alguien está pasado; o antes de dormir den gracias Dios por ese día y oren por algún plan que tengan, por los hijos, por el país, o cualquier otras situaciones de la vida. Verán que a medida que practican, poco a poco les parecerá mas sencillo.
III. No criticar las oraciones del cónyuge. Es importante ser pacientes; si por ejemplo, alguno de los dos no accede a orar en voz alta. Determinen buscar la unidad durante el tiempo que pasen juntos en oración. Permitan que Dios produzca crecimiento en la vida de oración de su cónyuge.
IV. Orar con madurez y entendimiento. El tiempo de orar juntos, es un tiempo íntimo entre Dios, tu cónyuge y tú, en el cual la atención prestada a las inquietudes de oración del cónyuge proporcionará una mayor comprensión de su relación con Dios. Tengan cuidado de no caer en la tendencia a manipular o corregir. (“Señor por favor, ayúdale a dejar de gritar por todo. Tú sabes como me molesta eso”).
V. Usar los recursos disponibles. Los libros devocionales, panfletos o revistas cristianas también pueden ayudar a quitar la presión que puede traer un tiempo de oración estructurado.
Comprendan que el orar juntos no es una prueba en la que deban impresionar al cónyuge con su espiritualidad. Recuerden que después de todo DIOS ES QUIEN ESCUCHA.
IV. CONCLUSIÓN.
Dios quiere que le pidamos, pero en un ambiente de amistad, de obediencia, de alabanza, de adoración. Cuando el orante incluye en su oración: acción de gracias, alabanza, adoración, humillación, peticiones, derramamiento de su alma ante su Padre y Dios, entre otros elementos, esa se constituye en una profunda y poderosa oración.
El Pacto Matrimonial
INTRODUCCION
En la sociedad son necesarias leyes que regulen la relación matrimonial; por lo tanto, en ese sentido el matrimonio es un contrato. Sin embargo, para el cristiano el matrimonio es mucho más que eso: es un Pacto. Malaquías 2:14, Proverbios 2:16-17
A. CONTRATO MATRIMONIAL
Desde el punto de vista legal (humano), el matrimonio es un contrato que tiene derechos y responsabilidades, el cual debe respetarse, de lo contrario si una de las partes no cumple con el contrato se pueden iniciar acciones que garanticen el cumplimiento, o bien se puede disolver el matrimonio con algún acuerdo entre las partes. Al referirnos al matrimonio generalmente lo hacemos más en términos de un contrato que de un pacto. Existe una gran diferencia entre estos dos términos. Los contratos presentan características como las siguientes:
I. Los contratos suelen ser acuerdos con una limitación temporal
II. La mayoría de los contratos se refieren a acciones específicas
III. Los contratos tienen condiciones (si tu tal cosa, entonces yo tal otra)
IV. La motivación es obtener un bien deseado V. Los contratos se pueden dar por terminados
B. PACTO MATRIMONIAL Aun cuando encontramos el concepto de Pacto en toda la Biblia, no es una palabra que usemos frecuentemente. Pacto es un término bíblico, y Dios es un Dios de pactos. Un pacto al igual que un contrato, es un acuerdo entre dos o más personas. Sin embargo, la naturaleza de dicho acuerdo es diametralmente opuesta. La primera vez que encontramos esta palabra en la biblia es en Génesis 6:18. Los pactos presentan características como las siguientes:
I. Los pactos se inician motivados por el beneficio de la otra parte Los pactos nacen con el deseo de beneficiar a otra persona, no de manipularla ni de obtener algo a cambio. Génesis 6:13-18
II. En los pactos se hacen promesas incondicionales. Es mucho mas fácil renunciar y salir huyendo de las circunstancias difíciles pero eso casi siempre no hace más que complicar el problema. Dios quiere que juntos le llevemos en oración nuestras dificultades. Lucas 1:6-13
III. Los pactos están basados en un amor incondicional Solo quien conoce el amor y el perdón de Dios es capaz de amar con esa perfección. Oseas 3:1-3
IV. En los pactos los compromisos son permanentes La frase “…Hasta que la muerte nos separe…”, tan común en la ceremonia matrimonial, es una frase de pacto. El pacto es algo permanente, eso es incuestionable. El matrimonio cristiano es un compromiso destinado a la permanencia. No hay duda de que el ideal bíblico es que un hombre y una mujer se casen para toda la vida. Como cristianos no debemos aspirar a menos. Génesis 9:9-16
V. Los pactos requieren confrontación y perdón Debemos comprender que confrontación no es una mala palabra y que no es necesario confrontar de mala manera o con rudeza. La confrontación no es mas que la forma amorosa de mantener intacta la intimidad en el matrimonio. Manifestar un espíritu de perdón es tan importante como la disposición a confrontar. Salmos 89:30-37
C. CONCLUSION Puede que ambos descubran que han estado considerando su matrimonio más como un contrato que como un pacto. Los contratos o acuerdos son un elemento positivo dentro del pacto matrimonial, pero por si solos no constituyen un verdadero pacto. El tipo de intimidad y satisfacción que Dios planeó para el matrimonio, solo se logra cuando uno hace un pacto. El estándar que exige el pacto matrimonial está realmente fuera de las posibilidades humanas, pero como cristianos contamos con la ayuda divina. El pacto matrimonial no depende de la perfección humana si no que se basa en el amor incondicional que opera en nuestros corazones por el Espíritu Santo, y la clave es tener una relación íntima con Dios.
En la sociedad son necesarias leyes que regulen la relación matrimonial; por lo tanto, en ese sentido el matrimonio es un contrato. Sin embargo, para el cristiano el matrimonio es mucho más que eso: es un Pacto. Malaquías 2:14, Proverbios 2:16-17
A. CONTRATO MATRIMONIAL
Desde el punto de vista legal (humano), el matrimonio es un contrato que tiene derechos y responsabilidades, el cual debe respetarse, de lo contrario si una de las partes no cumple con el contrato se pueden iniciar acciones que garanticen el cumplimiento, o bien se puede disolver el matrimonio con algún acuerdo entre las partes. Al referirnos al matrimonio generalmente lo hacemos más en términos de un contrato que de un pacto. Existe una gran diferencia entre estos dos términos. Los contratos presentan características como las siguientes:
I. Los contratos suelen ser acuerdos con una limitación temporal
II. La mayoría de los contratos se refieren a acciones específicas
III. Los contratos tienen condiciones (si tu tal cosa, entonces yo tal otra)
IV. La motivación es obtener un bien deseado V. Los contratos se pueden dar por terminados
B. PACTO MATRIMONIAL Aun cuando encontramos el concepto de Pacto en toda la Biblia, no es una palabra que usemos frecuentemente. Pacto es un término bíblico, y Dios es un Dios de pactos. Un pacto al igual que un contrato, es un acuerdo entre dos o más personas. Sin embargo, la naturaleza de dicho acuerdo es diametralmente opuesta. La primera vez que encontramos esta palabra en la biblia es en Génesis 6:18. Los pactos presentan características como las siguientes:
I. Los pactos se inician motivados por el beneficio de la otra parte Los pactos nacen con el deseo de beneficiar a otra persona, no de manipularla ni de obtener algo a cambio. Génesis 6:13-18
II. En los pactos se hacen promesas incondicionales. Es mucho mas fácil renunciar y salir huyendo de las circunstancias difíciles pero eso casi siempre no hace más que complicar el problema. Dios quiere que juntos le llevemos en oración nuestras dificultades. Lucas 1:6-13
III. Los pactos están basados en un amor incondicional Solo quien conoce el amor y el perdón de Dios es capaz de amar con esa perfección. Oseas 3:1-3
IV. En los pactos los compromisos son permanentes La frase “…Hasta que la muerte nos separe…”, tan común en la ceremonia matrimonial, es una frase de pacto. El pacto es algo permanente, eso es incuestionable. El matrimonio cristiano es un compromiso destinado a la permanencia. No hay duda de que el ideal bíblico es que un hombre y una mujer se casen para toda la vida. Como cristianos no debemos aspirar a menos. Génesis 9:9-16
V. Los pactos requieren confrontación y perdón Debemos comprender que confrontación no es una mala palabra y que no es necesario confrontar de mala manera o con rudeza. La confrontación no es mas que la forma amorosa de mantener intacta la intimidad en el matrimonio. Manifestar un espíritu de perdón es tan importante como la disposición a confrontar. Salmos 89:30-37
C. CONCLUSION Puede que ambos descubran que han estado considerando su matrimonio más como un contrato que como un pacto. Los contratos o acuerdos son un elemento positivo dentro del pacto matrimonial, pero por si solos no constituyen un verdadero pacto. El tipo de intimidad y satisfacción que Dios planeó para el matrimonio, solo se logra cuando uno hace un pacto. El estándar que exige el pacto matrimonial está realmente fuera de las posibilidades humanas, pero como cristianos contamos con la ayuda divina. El pacto matrimonial no depende de la perfección humana si no que se basa en el amor incondicional que opera en nuestros corazones por el Espíritu Santo, y la clave es tener una relación íntima con Dios.
NOSOTROS LOS PADRES.
Nosotros los padres, hemos olvidado que nuestros hijos existen gracias al amor que nos unió, y al convertirnos en padres muchas veces se nos olvida que somos también una pareja, y que si nuestra relación esta desquebrándose, por consiguiente vamos a afectar la vida de los hijos.
Al pensar en los roles que desempeñamos en familia, aunque los hijos son de suma importancia, nunca se debe sobreponer al cónyuge por encima de los hijos, ellos serán felices al saber que tienen padres que se aman, se respetan, se cuidan entre sí, y que lo que viven sus papás, ellos lo reciben indirecta y directamente.
Cuando quedé embarazada de mi hijo, Jonathan, al comunicarlo a nuestros parientes, les dijimos “Estamos embarazados”, y desde ese momento los dos vivimos un embarazo feliz. Estábamos acostumbrados a estar solos como pareja, y teníamos nuestras costumbres y libertades como una pareja sin niños, al llegar nuestro bebé, nos dimos cuenta que mucho a lo que estábamos acostumbrados ya no podíamos continuarlo o debíamos cambiarlo, por ejemplo, salidas al cine, a un restaurante fino, dormir hasta tarde, salir de paseo en cualquier momento, etc… Ya no éramos dos, había ahora un pequeñito que necesitaba cuidado y atención. Y fue muy emocionante el cambio, pero también muy agotador.
Afortunadamente contábamos con nuestra familia, y gracias a ellos, empezamos a dejar a Jonathan los viernes en la noche en su casa a dormir, para la familia era el día de la semana más esperado, y para nosotros era una noche de pareja, nos dedicábamos ese tiempo, algunas noches íbamos al cine, a cenar o simplemente nos quedábamos en casa juntos, y esto nos fortaleció más nuestra relación.
Sé que no todos pueden hacer esto, pero es necesario que podamos pasar tiempo de calidad juntos como al principio, ese tiempo de conversar y de escuchar, o solamente estar abrazados viendo una película.
Hoy en día vivimos lejos de nuestras familias, y aunque pasamos mucho tiempo con el niño, siempre tenemos nuestro ratito para conversar, ver TV, estar juntos. Para esto hemos acostumbrado al niño a dormir temprano, por su salud y por la nuestra, estar todo el día con un niño de 4 años es agotador, y todavía que le den las 10 y 11 de la noche, no es bueno ni para él ni para los papás. Así que procuramos llevarlo a dormir a las 8pm, aunque hay excepciones, él sabe que al llegar las 8pm debe ir a su cama, y es un momento de paz para todos. Para esto nos turnamos, un día papá y otro mamá, le ponemos su pijama, lavar los dientes, leer un cuento o historia bíblica, orar y dormir en silencio. Luego podemos dedicar un espacio en la noche para nosotros y a veces para trabajo cada quien en lo suyo.
La armonía y felicidad de la familia de pedende principalmente de nosotros los padres, la tranquilidad y seguridad de los hijos dependen de nosotros los padres, una familia unidad depende de nosotros los padres.
Te invito a reflexionar,
¿Cómo está tu relación con tu cónyuge?
¿Tienen tiempo solos para conversar y para escucharse?
¿Crees que cuando tus hijos crezcan, quieran tener una familia como la suya?
¿Será que tu hija quiere ser una mamá y tu hijo un papá como sus papás?
¿Sé sienten bien tantos tus hijos como tu conyuge bien en la casa, desean pasar tiempo con la familia o menos es mejor?
¿Tienen tiempo solos para conversar y para escucharse?
¿Crees que cuando tus hijos crezcan, quieran tener una familia como la suya?
¿Será que tu hija quiere ser una mamá y tu hijo un papá como sus papás?
¿Sé sienten bien tantos tus hijos como tu conyuge bien en la casa, desean pasar tiempo con la familia o menos es mejor?
Si las respuestas a estas interrogantes son más negativas que positivas, es tiempo de hacer cambios en tu casa, todavía estás a tiempo.
Andrea Carrillo de Contreras
www.andreacarrillo.com
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